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Marcus Willis: Porque a veces los sueños, se hacen realidad

 

En junio de este año conocimos a Marcus Willis. Este británico de 26 años protagonizó una de las historias más increíbles de los últimos tiempos en el circuito masculino. Sin haber jugado nunca un partido profesional y siendo el 772º del mundo, Willis ganó seis partidos seguidos y pasó dos fases previas para meterse en el cuadro final de Wimbledon. Allí, ganó su partido de primera ronda y tuvo la suerte de poder jugar en la Central ante Roger Federer. A partir de ahí, su vida cambió por completo y es que 2016 será un año que Marcus no olvidará jamás.

El oriundo de Slough pensaba que su tren como tenista profesional ya había pasado. Con una buena carrera como junior, donde llegó a ser el número 15 en el Ranking combinado de singles y dobles, su mala actitud le perjudicó en su carrera como profesional. Malos hábitos de alimentación y entrenamientos, así como un mal carácter que le hicieron ser expulsado por la Asociación Nacional Británica de tenis por su pasotismo, marcaron su carrera además de las lesiones. Se resignó a tener que dar clases de tenis en un Club para poder subsistir pero su novia Jennifer sirvió como punto de inflexión en su vida y su carrera.

Como esa chispa que enciende todo. Willis conoce a su chica y se dedica a comer bien y a ir al gimnasio. Pierde hasta 25 kilos y empieza a lograr mejores resultados en los torneos. Lo que sucedió este año en Wimbledon es simplemente una historia de película. De hecho, un cineasta australiano está intentando convertir todo lo sucedido en una película para Hollywood. Willis fue ganando partidos uno detrás de otro y las habladurías en la sala de jugadores sobre él comenzaron a aumentar cuando logró meterse en el cuadro final. Para cuando había derrotado a Berankis, número 54 del mundo y se citó con Federer en segunda ronda, todos ya le conocían.

Internet y las Redes sociales se convirtieron en un hervidero de comentarios y noticias sobre lo que había logrado Marcus. Era casi como si un amateur había logrado entrar en la segunda ronda de todo un Grand Slam. El propio Roger Federer se mostró encantado de poder ser parte de esta historia y el suizo ayudó mucho a que Willis tuviera una gran experiencia aquél día. La cara del británico al entrar a la central y verse peloteando con Roger, lo decía todo.

Marcus Willis está más contento que un perro con dos colas.

 

Era de prever que Willis se iba a llevar una tremenda paliza de Roger, pero tras quitarse los nervios iniciales y conseguir su primer juego, empezó a soltarse un poco más hasta el punto de lograr el que luego la BBC denominaría como el mejor punto de Wimbledon. A buen seguro, un vídeo que guardará como oro en paño para toda su vida.

Pero su gran año 2016 no acabó tras Wimbledon y ese cheque de 60.000 libras que se ganó con su esfuerzo y trabajo. Pocos días después del Grand Slam británico, anunciaba que se casaría con su novia Jennifer Bate. "No puedo estar más feliz", comentaba el tenista, que en sólo un mes, su vida había cambiado por completo.

Una lesión le impedía seguir compitiendo, pero a Willis no se le cayeron los anillos para volver al Club de toda su vida a seguir dando clases como unos meses atrás cuando aún era un desconocido para todos. Ese tiempo lo usó para trabajar en los preparativos de su boda, que llegaría el pasado mes de noviembre, no sin antes anunciar a bombo y platillo que su futura mujer estaba embarazada. Willis confesó que concibieron a su hijo durante el torneo de Wimbledon. "Esto fue lo mejor de todo lo que conseguí en el torneo", declaraba muy feliz. "Creo que el bebé fue concebido después de la victoria ante Berankis", explicó ella. "Yo estaba muy feliz después de aquél partido. Creo que no he disfrutado tanto en una pista de tenis como en aquella victoria", añade Marcus por su parte. Ambos bromearon en llamar a su hijo Roger en honor a Federer y para que el círculo se cierre del todo.

Tras casarse, Willis volvió a las pistas de tenis y a la competición y lo hizo con una invitación para jugar la previa del torneo de Viena. Allí, en su primer partido, se enfrentó al número 101 del mundo, el moldavo Radu Albot. Marcus le hizo partido e incluso le llevó al tercer set. Allí, lo perdió por 6-4 aunque se demostró que tiene más tenis que su posición en el Ranking decía. Justo después de eso se fue a Kuwait, donde disputó un torneo ITF. Era tan sólo su segundo torneo tras Wimbledon y Willis se llevó el título sin perder ningún set en toda la semana. La mejor guinda posible para su temporada que con un trofeo.

Situado en el puesto 442 de la clasificación, Willis despedirá este 2016 con una sonrisa y es que no es para menos ya que ni en sus mejores sueños hubiera podido imaginar algo como lo que le ha sucedido esta temporada. Para 2017, el británico ya tiene planes para continuar mejorando y es que quiere alcanzar el top 100. "Quiero demostrar que no soy flor de un día. Sé que puedo meterme entre los 100 mejores del mundo, como si me lleva dos años o cinco", aseguró. Para alguien que ha conseguido todo lo que ha conseguido en tan poco tiempo, confianza e ilusión no le faltará para lograrlo. Porque a veces los sueños, se hacen realidad.